lunes, 7 de julio de 2008

DE DIEZ




Si quieres aprender, enseña.
Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC)
Escritor, orador y político romano.


Nunca he encontrado una persona tan ignorante
de la que no pueda aprender algo.
Galileo Galilei (1564-1642)
Físico y astrónomo italiano.



Un domingo de 1998 compré el clásico periódico de fin e inicio de semana, ese de muchas secciones desechables pero una especial, apta para desencantados con esperanzas renovadoras.
El Aviso de ocasión ofertaba empleos varios; auxiliar de… vendedor de… mis ojos avanzaban, cabe mencionar que en ese entonces, como ahora, tenía trabajo de jornada diurna, pero necesitaba alguno por las tardes; hiperactividad forzada y derivada de nuevas y permanentes necesidades de índole financiero.

Institución de prestigio, solicita pasante de carreras económico administrativas. Ahí me detuve… ¿para qué me querrán? -me pregunté- Profesor de negocios, fue la respuesta. ¿yo? –volví a cuestionar- No, no lo creo, fue la respuesta.

El pavor que me daba al hablar en público, la inexperiencia, el miedo sin más ni más; razones muchas para cambiar de página al llamado Aviso oportuno en busca de otro anuncio más adecuado para mis inconscientes intereses.

No existe lo bueno y lo malo, cualquier calificativo subjetivo se subordina a lo útil y utilitario en el frecuentemente olvidado Aquí y Ahora.

Ese día, antes de dormir, tomé el diario arrumbado y recorté de prisa, y sin pensarlo, el anuncio horas antes desdeñado. Voy a llamar, a ver qué sucede.

Una evaluación accidentada y muy apresurada fue el antecedente a mi siguiente aventura, un curso de preparación en plena época el Campeonato mundial del futbol, ahora recordado como Francia 1998. En un receso de mi curso de formación y deformación de docentes, alcance a mirar el gol épico del Cuauh en tierras europeas, el famoso Si se puede, enmarco el fin de mi fugaz principio en las labores académicas, ¡Vaya paradoja!

No me inicié como profesor de negocios, aún ahora creo que no lo soy ni lo seré; me asignaron cinco grupos en la para mi desconocida materia Introducción a la computación. De pronto me vi de saco y corbata esperando mi turno, un borrador, un plumón y una lista de asistencia; dos alumnos: Brenda y Miguel; dos adolescentes que me acompañaron en esa locura llamada Primer día de clases.

Diez años ya; ininterrumpidos; muchos y muy variados escenarios, miles de alumnos, muchos amigos entrañables, inolvidables anécdotas, múltiples aprendizajes.

Aunque parezca increíble, recuerdo el nombre y la historia de la mayoría de mis alumnos, todos unos personajes de mi particular guión de vida.

Las asignaturas evolucionaron, los niveles también, cursos de capacitación, talleres de adiestramiento, conferencias, ponencias, experiencias todas. Decenas de aulas, salones improvisados, lujosos auditorios, múltiples pisos tan difíciles de alcanzar y tan fáciles de perder.
Una constelación de instantes y detalles que alimentan el espíritu y dan razón a todo o casi todo de lo que soy.

Desde aquel 6 de julio de 1998, mi vida cambió, encontré rumbo, detoné mis miedos, descubrí una pasión y muchos de mis motivos. Acuñé e hice mía aquella tercia verbal: Creer, Crear y Croar.
Después de una década, no concibo mi vida de otra manera, creo firmemente en que el intercambio de ideas, sentimientos y conocimientos nos hacen mejores personas, que el arte de vivir y convivir se aprende y se enseña.
Enseñar es aprender dos veces.
De aquél curso de formación recuerdo sólo la frase y recomendación final: Sólo sean el tipo de maestro que siempre quisieron tener.
Eso intento todos los días.
Buen inicio de semana.

JNMH