viernes, 30 de enero de 2009

OTRO AÑO AL FIN





La vida es un negocio en el que no se obtiene una ganancia que no vaya acompañada de una pérdida.
Arturo Graf (1848-1913)
Escritor y poeta italiano.

Si quieres comprender la palabra felicidad,
tienes que entenderla como recompensa y no como fin.
Antoine de Saint-Exupery (1900-1944)
Escritor francés.



El 24 y el 31 son los días buenos, aunque desde el 12 empieza la romería…

Esa frase era la constante anual; mis padres, mis hermanos y yo, solíamos tener esa esperanzadora programación para los días de venta en el tianguis o mercado acostumbrado. Surtir, prepararse, vender, esperar a los clientes regulares o a los compradores de ocasión… sólo después del pozole y las uvas de fin de año sabíamos si la lógica mercantil se había cumplido.

El primer día de enero se notaba en el puesto, si la mercancía seguía, si los bolsillos se medio llenaban o permanecían medio vacios. La regla contable del inventario inicial, de las compras, las ventas, el inventario final… sumas y restas que arrojaban entonces el suspiro restaurador motivo de una satisfacción temporal o bien la búsqueda de respuestas y explicaciones ante un resultado adverso.

Mientras tanto, los regalos pululaban, precediendo a los rostros cumplidores de la época. Los aguinaldos se transformaban en pagarés recuperados, en electrodomésticos con garantía de un año en tienda y por qué no, en alguna prenda para renovar el añejo vestuario.

No recuerdo un diciembre sin el clásico rótulo en calendarios y bolsas para acarrear el mandado: Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo les desea…

Dicen que los recuentos son una forma de recuperar los aprendizajes extraviados y confusos; los optimistas los ven como el inicio de un nuevo ciclo, dicen incluso que estos se deben cerrar, que las ganancias llegan producto del esfuerzo y que las pérdidas sólo son una forma extraña de aprender a ganar o por lo menos un aliciente para seguir en el intento.

Yo no sé de cierto, pero supongo que el balance de este 2008 será para cada uno de nosotros, un motivo y un referente; sólo sé, en mi caso, que se atendieron las llegadas, que se entendieron las partidas; en todo caso el mejor resultado hoy por hoy es continuar escribiendo la propia historia y actuando el más conveniente de los guiones.

Para todos ustedes, amigos míos, sólo queda agradecer el apoyo brindado, la esperanza compartida y los sueños acompañados.

Compramos, vendimos, pagamos, tenemos, somos, estamos.

Qué el 2009, venga como venga, nos permita iniciar un nuevo ciclo con la mercancía bien acomodada y el puesto bien puesto.

Qué lleguen las ganancias, qué se anoten las pérdidas, que el balance sea siempre favorable.

Un abrazo sincero y fraterno.

Utilizando a favor la gramática digamos en esta ocasión:

Otro año… ¡al fin!

¡Qué siga la romería!