miércoles, 15 de mayo de 2013

DE OFICIO ESCULTOR




Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía,
sino hacer de él alguien que no existía.
- John Ruskin -

El Maestro mediocre cuenta,
el bueno explica y el superior demuestra.
Pero el gran Maestro inspira.
- William Ward –



En agosto de 1998 mi compañero y buen amigo Che Luis llegó molesto hasta la sala de Maestros.  Su enfado era evidente; se notaba en su rostro incrédulo, en su mirada fija y en el andar agitado de su regordeta figura.

-          ¿Qué tienes? – le pregunté –

-          Es que… ¡no es posible! – Respondió molesto, mientras bebía agua – Me dan sólo alumnos que no saben…

Bertha, la Maestra de inglés y yo sonreímos abiertamente ante tal reclamo inocente.

-          Precisamente por eso vienen -tratamos de explicarle- porque no saben...

Es que son bien “piedras” -alcanzó a decir antes de dar un sorbo más a la botella de agua y expirar fatigadamente-.

A pesar de las palabras del Profesor Rodríguez, sus alumnos lo apreciaban y admiraban su capacidad para contagiarles sus ganas de aprender y ese espíritu de esfuerzo compartido, heredado a él por generaciones.

José Luis y sus familiares son originarios de un pueblito de Tlaxcala, sus padres le enseñaron mucho más de lo que se aprende en las aulas. Mi amigo sólo vino a confirmarlo a la Capital; las enseñanzas fraternales fueron su mayor fortaleza en la etapa universitaria y sin duda también en su faceta docente.

Un año más tarde, durante un fin de semana murió el padre de mi amigo, por mucho su mejor Maestro. José Luis no faltó a sus clases, su labor como escultor debía continuar.

Recibir piedras, entregar nuevas figuras, crear y utilizar moldes, imaginar, creer y crear…  esa es la labor de un Maestro.

Decía José Martí, gran personaje cubano, que nadie le enseña a nadie y que nadie aprende solo. Por ello aprovecho la ocasión para agradecer de algún modo a todos aquellos que motivan mi aprendizaje y que con su sola presencia me enseñan nuevos significados y nuevos predicados de la realidad.

Compartamos… saberlo y enseñarlo es saberlo dos veces.



JNMH
 

viernes, 10 de mayo de 2013

PUNTO DE PARTIDA







Para el hombre que tuvo una buena madre, 

todas las mujeres son sagradas.
 Johan Paul Richter

Los hijos son las anclas que sujetan a la madre a la vida.
 Sófocles




En las vísperas del día de las madres, en el lejano 1983, la maestra Fidelfa, quien meses más tarde fue nombrada directora del plantel, nos daba instrucciones precisas, habría que comprar materiales varios para que en las próximas clases elaboráramos una canasta con flores de alambre en colores vistosos.

Por supuesto, aquella indicación quedaría en un ingenuo secreto que no se  revelaría bajo ningún motivo; habría que buscar quién nos ayudará a comprar el material necesario, sin que nuestras mamás se enteraran; y así fue, una amiga de la maestra recolectó el dinero que cada uno pudo aportar; una cantidad adicional, producto de nuestras ventas en la cooperativa escolar se agregó también;  seguramente nuestra maestra puso el resto.

Desde unas semanas antes al 10 de mayo de ese año, nuestras bancas de escuela se convirtieron en las mesas de trabajo de un infantil taller artesanal, los resultados, sin embargo, no eran los esperados, ninguno de nosotros teníamos habilidades sobresalientes en el terreno de las manualidades ornamentales. Los avances eran escasos, el desperdicio del material era constante, pero el ánimo permanecía intacto.

Al tiempo de nuestra aventura creativa, ensayábamos la poesía coral, con la que el 4° “A”, se haría presente en el festival tradicional. Todos unos artistas, en pleno. La intensidad de nuestras voces al unísono, aniquilaban la métrica y el ritmo, pero la intención era lo que contaba.

En uno de esos días de arduo trabajo, apareció la regordeta maestra de quinto año, charló en voz baja con la nuestra, volvió la mirada hacia algunos de nosotros, mirándonos de arriba hacia abajo, como si escogiera novio para sus hijas. La petición fue expuesta, necesitaban refuerzos masculinos para completar el elenco en el bailable que presentaría el grupo de 5° “A”, y bueno… nuestra fortuna no pudo ser mayor, tres de mis amigos y un servidor fuimos los elegidos, un acto más en nuestra abultada agenda artística.

De regresó a casa avisé a mi madre de tal golpe de suerte, ella tuvo que alargar el de por si escaso presupuesto familiar, al siguiente día me llevo al mercado para comprar todo el ajuar necesario para la polka norteña: pantalón, camisa y hasta un par de botas que usé sólo dos veces en mi vida.

Un día antes del festival, las flores de alambre no habían sido terminadas, la maestra nos pidió terminarlas en casa, y llevarlas al siguiente día, nos repartió el material necesario y esa era nuestra tarea.

Esa noche, mi madre se percató del atraso en mi asignación escolar, del desperdició de material, producto de mi escasa habilidad, y por aquello de las prisas junto con mi papá me ayudaron a finalizar no sólo mi canasta de flores, sino también la sorpresa.

Durante la poesía coral, recuerdo haber dado mi mejor esfuerzo, apuré mi cambio de vestuario y bailé un ritmo norteño como nunca más lo he hecho, sabía que ella me estaba mirando y escuchando; la observaba de reojo, miré la canasta de flores entre sus brazos, esa que yo inicié y al que ella le dio el toque final.

Reconozco en mi madre mi mejor punto de partida y el mejor de mis sentidos.

Felicidades a todas aquellas mujeres excepcionales, cuyo esfuerzo no puede pagarse con una canasta de flores a medias, un arrítmico baile lleno de esfuerzo, o una poesía gritada.

Para todas ustedes, lo mejor de lo mejor, ustedes son la vida misma.

jueves, 10 de enero de 2013

CON TODO





El corazón es un niño: espera lo que desea.
 Proverbio ruso


El niño es realista; el muchacho, idealista;
el hombre, escéptico, y el viejo, místico.
 Johann Wolfgang Goethe (1749-1832)
 Poeta y dramaturgo alemán.





Una de las formas en que mi sobrino el Champiñón aborda a sus adultos más cercanos, es mediante una frase muy elocuente que acompaña con una mirada pícara, brillante, esperanzadora y ¿por qué no decirlo? bastante feliz; él busca cómplices, pretende crear una que otra alternativa a su entorno. Su sentencia favorita es: ¡Tengo una idea! Lo que sigue es expresar con enjundia su particular cosmovisión. Sinceramente, a mi me encantan sus ideas.

A los tres años uno es terreno fértil para que otros, directa o indirectamente, con razón o sin ella, cultiven emociones, sentimientos, sensaciones, aficiones y posibles respuestas ante terceros. A tan temprana edad, sin embargo, es muy difícil explicarle a un niño el significado de términos ambiguos y fundamentalistas, palabritas odiosas tales como: siempre, nunca, todo o nada. De hecho creo que a cualquier edad es difícil saber cómo y cuándo podemos utilizar esos conceptos, sin traspasar los límites invisibles de la ignorancia ciega y la sabiduría ocasional.

En días pasados, el pequeño Omarcito atendió una invitación a comer; el Champiñón acudió con ánimo desmesurado, con ese síndrome tan mexicano del Chavo del 8. No había sido su idea, pero eso no importaba, él iba por el puro gusto de saber cómo es el sabor en otros escenarios no sabidos.

No se trataba del mejor restaurante, ni siquiera uno de ellos, el destino era la taqueria ubicada en el mercado de la colonia; la invitación venía de una tía buena onda, pero eso tampoco importaba, el chiste era salir, debió pensar ese chamaco (chamuco, le dicen a veces). Una vez instalados en el lugar, la auspiciadora buena onda sentó a sus pequeños sobrinos y a su hija en estricto orden, hay que guardar la compostura –seguramente pensó-.

Un activo y atingente señor despachaba en aquel típico lugar, -de oficio taquero, dirían los enterados-. El personaje en cuestión hacia las veces de mesero, cajero, tesorero, garrotero, intendente y hasta de hostess con buena presentación.

La tía ordeno por todos, incluyendo el pedido del pequeño Champiñón:

-          Dos tacos de suadero para el niño, dijo ella
-          ¿Con todo? Cuestionó el plurifuncional dependiente

Ella dudo y entonces dirigió su mirada al pequeño invitado…

-          ¡Con todo y refresco! Se adelantó y gritó Omarcito…

Todos sonrieron, pero no tenían porque hacerlo, su deseo era honesto, asertivo y sincero. A preguntas poco claras, respuestas ciertas, dignas del pensamiento lateral. Es tan maravilloso encontrar fundamento en el complemento, ese es un  secreto de los niños. Infancia es destino como decía el psicólogo mexicano Santiago Ramírez.

Parafraseando al Champiñón: ¡tengo una idea!

¿Y si le buscamos nuevos significados a la sentencia: Con todo?

No estaría mal…