lunes, 26 de noviembre de 2012

PARA TODA LA VIDA...



En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio.
La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio.
 Robert Anderson.


Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.
Antoine de Saint-Exupery







A principios de noviembre de 1972, aquella joven de veintitrés años estaba a punto de casarse, los preparativos iban y venían, la condición humilde no permitía muchos lujos salvo uno, tal vez el más importante: el amor de ese muchacho, un buen hombre dos años menor que ella.

Un evento desafortunado fijó en su mente una sola idea: la cancelación y el alejamiento, de todo y de todos, una respuesta lógica, un impulso detonante.

El día once de ese mismo mes, dos semanas antes del gran día, falleció de forma intempestiva su madre, su única compañera de vida hasta ese momento. Ella fue la hija menor, juntas vivieron y sobrevivieron la pobreza extrema al mismo tiempo de una infancia muy limitada y un modo de vida con alcances y vuelos cortos; su padre falleció cuando ella apenas tenía cinco años. Tres de sus hermanos mayores habían emigrado ya a la capital, dos más permanecían en aquel poblado del estado sureño de Oaxaca, todos casados, todos con hijos casi de la misma edad que ella.

Según sé, según me han contado, esa mujer decidió irse pa’l otro lado, dejar a un lado las ilusiones y los proyectos, el destino daba señales poco propicias. Imagino que su futuro esposo la apoyo desde el principio de las tempestades. Los amigos comunes, la madrina de bodas, los familiares cercanos aconsejaban, determinaban: la vida sigue, hay que echarle ganas. Ella te está viendo desde el cielo, ella quiere que seas feliz.

El día de la boda llegaron muchos invitados del pueblo, pocos familiares cercanos, la hermana mayor enferma, el hermano más querido sin dinero. Del lado del novio su hermano y sus hermanas, los pequeños sobrinos y por fortuna también sus padres. En el papel del querido público: el querido público.

El pastel de bodas no se acostumbraba en aquella región, la luna de miel era una referencia de otras latitudes. Las imágenes quedaron sólo en la memoria de los asistentes; al momento del revelado un error técnico ocasionó la pérdida total de las fotos que nunca lo fueron, salvo en la mente de quien lo quisiera recordar.

Ese matrimonio que estuvo a punto de no ser, es uno de los más sólidos que conozco, lleno de detalles, lleno de referencias. Juntos irradian tranquilidad y fortaleza, el camino ha sido en todo momento cuesta arriba, contra corriente.

Celebro conocerlos, es maravilloso ser parte de su familia.

Existe un gastado chiste, o bien  una eventual anécdota personal cierta y al parecer poco o nada trascendental:

-          Papá: ¿por qué te casaste con mi mamá?
-          ¡Por tu culpa!

Afortunadamente en mi caso no fue así. Si yo hiciera la misma pregunta a Don Jaime, estoy seguro que él respondería:

-      Precisamente por eso me casé con ella, porque ella sería la mejor madre para mis hijos...






¡Feliz cuarenta aniversario de bodas mis queridos viejitos!

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