El
corazón es un niño: espera lo que desea.
Proverbio
ruso
El niño
es realista; el muchacho, idealista;
el
hombre, escéptico, y el viejo, místico.
Johann
Wolfgang Goethe (1749-1832)
Poeta y dramaturgo alemán.
Una de las formas en que mi sobrino el Champiñón aborda a sus adultos más
cercanos, es mediante una frase muy elocuente que acompaña con una mirada
pícara, brillante, esperanzadora y ¿por qué no decirlo? bastante feliz; él
busca cómplices, pretende crear una que otra alternativa a su entorno. Su
sentencia favorita es: ¡Tengo una idea! Lo
que sigue es expresar con enjundia su particular cosmovisión. Sinceramente, a
mi me encantan sus ideas.
A los tres años uno es terreno fértil para que
otros, directa o indirectamente, con razón o sin ella, cultiven emociones,
sentimientos, sensaciones, aficiones y posibles respuestas ante terceros. A tan
temprana edad, sin embargo, es muy difícil explicarle a un niño el significado
de términos ambiguos y fundamentalistas, palabritas odiosas tales como: siempre, nunca, todo o nada. De hecho
creo que a cualquier edad es difícil saber cómo y cuándo podemos utilizar esos
conceptos, sin traspasar los límites invisibles de la ignorancia ciega y la
sabiduría ocasional.
En días pasados, el pequeño Omarcito atendió una
invitación a comer; el Champiñón
acudió con ánimo desmesurado, con ese síndrome tan mexicano del Chavo del 8. No había sido su idea, pero
eso no importaba, él iba por el puro gusto de saber cómo es el sabor en otros
escenarios no sabidos.
No se trataba del mejor restaurante, ni siquiera
uno de ellos, el destino era la taqueria ubicada
en el mercado de la colonia; la invitación venía de una tía buena onda, pero eso tampoco importaba,
el chiste era salir, debió pensar ese chamaco (chamuco, le dicen a veces). Una
vez instalados en el lugar, la
auspiciadora buena onda sentó a sus
pequeños sobrinos y a su hija en estricto orden, hay que guardar la compostura
–seguramente pensó-.
Un activo y atingente señor despachaba en aquel
típico lugar, -de oficio taquero, dirían los enterados-. El personaje en
cuestión hacia las veces de mesero, cajero, tesorero, garrotero, intendente y
hasta de hostess con buena
presentación.
La tía ordeno por todos, incluyendo el pedido
del pequeño Champiñón:
-
Dos tacos de suadero
para el niño, dijo
ella
-
¿Con todo? Cuestionó el
plurifuncional dependiente
Ella dudo y entonces dirigió su mirada al
pequeño invitado…
-
¡Con todo y refresco!
Se
adelantó y gritó Omarcito…
Todos sonrieron, pero no tenían porque hacerlo, su
deseo era honesto, asertivo y sincero. A preguntas poco claras, respuestas ciertas,
dignas del pensamiento lateral. Es tan maravilloso encontrar fundamento en el
complemento, ese es un secreto de los
niños. Infancia es destino como decía
el psicólogo mexicano Santiago Ramírez.
Parafraseando al Champiñón: ¡tengo una idea!
¿Y si le buscamos nuevos significados a la
sentencia: Con todo?
No estaría mal…